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INSTALACIÓN DE TALASOTERAPIA POSEIDÓN

 

Todos podemos destacar a simple vista las tres características más evidentes del mar, el sabor salado de su agua, por su alto contenido en sal (35 gramos por litro de media), su peculiar olor, causado por la descomposición de las algas y de los microorganismos que en ella habitan, y su color, que abarca toda la escala del verde al azul, según la naturaleza de sus fondos, la profundidad o el color del cielo. Sabemos que tiene una temperatura fría (con relación a la indiferente del cuerpo humano), mayor o menor dependiendo de la zona y la época del año (desde los – 11 ºC a los 15 ºC, y que su densidad, entre 1.028 y 1.032 g/l, es similar a la del plasma sanguíneo.

En relación con su composición química, podemos decir que contiene prácticamente todos los elementos químicos de la tabla periódica, aunque el cloruro sódico (NaCl) es el componente fundamental ya que representa el 80% de las sales en disolución. Lo demás son sulfatos, bicarbonatos, magnesio, calcio, potasio, bromo, boro, flúor y 79 oligoelementos más, siendo el silicio el más importante. Además, todos los gases atmosféricos se encuentran también en el agua de mar siendo los más abundantes el nitrógeno, el oxígeno y el dióxido de carbono. Puede decirse que el agua de mar corre por nuestras venas, ya que tiene una composición y una concentración de sales minerales y oligoelementos casi idéntica a nuestro plasma sanguíneo.

Además de todos los componentes descritos anteriormente que contiene el agua marina y que ejercen una acción terapéutica en el organismo, el mar es rico en iones negativos, partículas cargadas eléctricamente que tienen la peculiaridad de producir en el ser humano un efecto de relajación y que favorecen la producción de serotonina, provocando que tengamos una gran sensación de bienestar.